Pretty Woman
En ésta nueva entrega de Bitácora Mental, comparto contigo otro recuerdo sobre esas situaciones de la vida que cuestan de creer, y que además no esperas que ocurran, porque son sorpresas que no te hacen ninguna gracia, no importa si eres hombre o mujer. (Si eres mas de escuchar que de leer, te dejo enlace al episodio 192 del podcast).
La semana pasada te contaba algo que me sucedió con una chica que conocí en una discoteca, y en los últimos días me hizo recordar otro momento de esos que cuestan creer, así que quiero compartirlo contigo en éste episodio.
El relato de hoy se ubica en pleno invierno de 1987, y -como comentaba en el episodio anterior-, solía salir con grupo de amigos en el que igual en algún momento éramos como 15 personas de entre 20 y 24 años, por lo que estábamos en esa época en la que mas allá de hobbys y aficiones de las mas variadas, el sexo femenino ocupaba una parte importante de nuestros pensamientos. Pero evidentemente todos estábamos interesados en que la cosa no quedara en pensamientos, y se tradujera en conocer chicas, compartir tiempo con ellas, y en general pasar por todas esas etapas en las que uno va recorriendo el camino de la vida, allá por donde le lleve.
Y como en todo grupo, había quién tenía mas habilidades a la hora de conseguir relacionarse con el sexo opuesto, y quien tenía que ir un poco a remolque, para como se dice “subirse al carro”. Obviamente el aspecto físico jugaba un papel importante en todo éste asunto, y el grupo era bastante heterogéneo en ese sentido, porque como se diría “había para todos los gustos”. Y del mismo modo, a nivel de labia, mas o menos ocurría lo mismo, con lo que la combinación mágica, es decir, ser físicamente atractivo, contar con buena educación, conversación y además tener una situación económica y profesional prometedora, en aquel conjunto de muchachos tenía nombre propio, y todos los sabíamos.
Por tanto, mas de una vez nos dividíamos en subgrupos para ir a donde fuera, intentando estar cerca del galán conquistador. Ese era el anhelo de la mayoría, porque el personaje en cuestión tenía una efectividad de casi el 100% a la hora de ligar, ya fuera porque directamente las chicas lo buscaban, o el las elegía a placer. En resumen, que el tío iba sobrado de mujeres, y si necesitabas que te presentaran a alguien porque no tenías con quien salir, siempre te conseguía una amiga de la persona con la que estuviera en ese momento, e igual se aparecía con 4 o 5 para quien estuviera solo. Y si ese día no estaba con nadie, igual tiraba de contactos de su larga lista de conquistas.
No obstante reconocer que éste pinta no tenía competidor, obviamente como en todo grupo había diferentes niveles de amistad. Y a la hora de armar esos subgrupos, había quienes se sentían mas cómodos integrando alguno en el que no estuviera una persona tan exitosa. Porque mas allá de la muy buena relación que había entre todos, es evidente que cada persona tiene su forma de ser, sus tiempos, y muchas otras cuestiones que marcan la forma en que se relaciona. Por ejemplo , en un asuntos de alguna forma “sensibles”, como el conocer o interactuar con una chica.
Mi relación con aquel “winner” era muy buena. Teníamos varias cosas en común, pero también unas cuantas diferencias, así que las salidas de fiesta juntos, -a lo largo de los años-, fueron muchas, y compartimos momentos que en lo personal me resultaron bastante importantes, pero no nos buscábamos como primera opción, porque cada uno tenía sus armas, y estilo.
Es que si contabas con algún atributo, podías jugar a no ser tan dependiente. Y en mi caso, normalmente con bastante exceso de peso, obviamente no contaba con la primera impresión como carta ganadora, pero teniendo la mínima oportunidad, hacía lo que se me daba bien. Hablar con las personas, tenerlas interesadas, entretenidas, y saber llevarlas por los caminos en los que se olvidaban de lo que iban a buscar, se encontraban con algo que no esperaban, y con un alto porcentaje de probabilidad -teniendo buen ojo para saber ante quien desplegar las mejores artes verbales, el éxito era posible.
Y como había dicho al principio, eramos varios jóvenes con lo que estaba quien no te atrapaba a primera vista, pero se podía defender bailando, hablando, destacando en algún deporte, por sus conocimientos, destreza, cuestiones laborales, o lo que fuera. Pero también estaba el que iba desarmado, y dependía de la suerte al 100%, o de apoyarse en otra persona del grupo, para así “pescar” algo, aunque fuera de rebote.
Y del mismo modo que acabo de mencionar, que solo uno de nosotros contaba con todo lo necesario para que le fuera casi mas difícil fracasar que triunfar, estaba otro amigo con el que yo tenía bastante contacto diario, que aún teniendo algún recurso para defenderse, no contaba con los dos mas codiciados, un aspecto físico destacado, y una conversación interesante y fluida, que sin duda lo hacía todo mas fácil. Y ésta persona, quien a pesar de no ser digamos la última de la fila si nos ordenábamos en cuanto a posibilidades de conquistar a una chica, evidente no se sentía con la confianza necesaria para moverse por su cuenta, y permanentemente estaba pendiente del guapo, al que tenía como verdadero proveedor de oportunidades.
Y eran ellos dos los que mas veces salían juntos, o aunque nos moviéramos en grupo, al dividirnos se complementaban mas seguido, para como se dice “buscarse la vida”. Y eso de alguna forma incluso condicionaba las salidas, porque mal o bien la mayoría íbamos teniendo nuestros contactos, y solíamos salir mas de una vez con la misma persona, pero éste amigo absorbía totalmente al mejor dotado, y siempre esperaba mas y mas de él, porque no conseguía relaciones minimamente estables.
Por todo lo anterior, algunos fines de semana éramos mas y en otras ocasiones menos, porque obviamente estaba quien repetía con alguien que había conocido, y quien empezaba de cero cada sábado. Y en la fría noche del sábado que te estoy contando, una parte del grupo decidió ir por su cuenta, mientras el resto -entre quienes me encontraba, al igual que el galán, su sombra, y otros que ahora mismo no recuerdo-, por distintas razones, no estábamos interesados en ir a una discoteca, y nos apetecía una onda mas tranquila, como alguno de los sitios en los que solíamos comer y tomar algo, mientras hablábamos -sobre todo-, de cómo nos había ido la semana en cuanto a lo laboral, porque dedicándonos varios a la misma actividad, eso nos unía mucho.
Y aquella noche, éste amigo al que le costaba muchísimo triunfar con el sexo femenino, estaba mas inquieto que de costumbre. Y propuso que antes de ir a comer, fuéramos a uno de esos sitios a los que normalmente no vas si estás saliendo con alguien, o te resulta relativamente sencillo relacionarte con quien te puede interesar, en el ámbito que sea.
Así que el resto, sin aparente interés, y para no llevar la contra, accedimos a la propuesta de acompañarle unos kilómetros hasta un pueblo, en el que había uno de esos locales en los que te puedes tomar algo, admirar la belleza femenina, y si acaso te sientes en la necesidad de digamos... “conocer mas de cerca a alguien”, el deseo puede ser concedido, pero, obviamente solo si estás dispuesto a pagar el precio.
Y así fue que en mas de un coche nos llegamos hasta aquel club. Hacía un frío de locos, y entramos a paso veloz, mientras nos frotábamos las manos, a la vez que dábamos una primera mirada al ambiente. Porque en éstos sitios, por aquellos años te podías encontrar todo tipo de especímenes masculinos. Desde el millonario educado, hasta el oportunista de la mas baja calaña, pasado por toda la gama y variedad en los mas diversos sentidos. Individuos que en el día a día de una ciudad difícilmente se ven juntos, pero que allí compartían temporalmente un mismo espacio y supuestamente interés, por lo que -como se dice-, “tener los ojos bien abiertos”, nunca estaba de mas.
Y hablando de estar atentos. Junto con un amigo con el que habíamos sido los últimos del grupo al entrar, y antes de que nos diéramos cuenta, a pesar de que todos habían mostrado poco o nulo interés por estar allí, resulta que inmediatamente nos dejaron atrás y desaparecieron. Asumimos entonces que les habían entrado las prisas por recrearse la vista en la zona mas caliente. No como nosotros, que íbamos charlando tranquilamente, mientras -por si acaso- echábamos un ojo a los parroquianos del lugar.
La verdad es que no estábamos faltos de cariño, así que decidimos aprovechar para pedirnos algo en la barra, y seguimos conversando, a la vez que soltábamos algún chiste o comentario respecto al ambiente, pero también sobre lo que estarían haciendo los personajes con los que habíamos ido. Y así pasaron unos minutos, hasta que -para nuestra sorpresa-, aparecieron todos juntos. Y el galán venía con una cara que daba pena, no quería ni hablar, y salió directo hacia la calle, mientras con mi acompañante terminábamos rápidamente la bebida, y salimos con los demás, en busca de los coches que habíamos aparcado cerca de aquel local. Y no tuvimos que preguntar nada. Rápidamente nos pusieron al tanto de la situación, y el porqué de esa casi estampida.
Resulta que el que había propuesto la visita, dio claras muestras de estar acalorado, y se apartó en busca de un cariño que nuestro grupo de amigos no le podía dar. Mientras tanto, el resto iban mirando las bellezas del lugar, caminando cada quien a su ritmo, hasta que de pronto uno de los mas bromistas se acercó corriendo al “winner”, y le dijo: “¿pero aquella del fondo no es tu novia? Y lejos de ser un intento de tomada de pelo en medio de la ex profeso poca iluminación del lugar, la frase puso muy nervioso al infalible ganador, qué rápidamente dirigió la mirada hacia el punto indicado, y se dio cuenta de que había un parecido preocupante.
Por un momento quedó bloqueado, pero en medio de un aire de tensión e incertidumbre, decidió salir de dudas, acercándose sigilosamente a la chica en cuestión, que en ese momento estaba “en su mundo”, hablando con un señor que tenía buena pinta, pero sin duda no estaba allí para intentar que se cambiara de compañía de la luz.
Así que nuestro Mr. Universo se acercó lo suficiente, y no pudo mas que confirmar que la persona con la que venía saliendo las últimas semanas, era esa, a quien tenía delante. Y hubo un momento de desconcierto, porque al estar tan cerca llamó la atención de la chica, hubo cruce de miradas, y obviamente caras de una monumental sorpresa, por parte de ambos.
Inmediatamente, el varón herido quiso tener una conversación para aclarar todo aquello, pero evidentemente no era ni el momento ni el sitio adecuado. Así que el ambiente se enrareció súbitamente, y hubo que tocar retirada, antes de que la cosa se pusiera mas caliente, y como en las películas, la invitación a dejar el lugar no fuera por la buenas.
No obstante, aquellos breves momentos le sirvieron a nuestro galán para comunicarle a la chica su decisión unilateral de finalizar aquella relación, dejando atrás unas... tres semanas que llevaban saliendo, pero en las que el desilusionado cachas, había puesto bastante interés, y probablemente alguna expectativa, que se le habían diluido súbitamente, casi sin aun creérselo.
Yo a ella no la conocía, porque llevaba un tiempo sin salir de fiesta con el gran conquistador. Pero evidentemente los integrantes del grupo que sí habían estado juntos las semanas anteriores, la reconocieron inmediatamente, y aquella situación, la verdad nos descolocó a todos. Recordemos que estamos hablando de los años 80s y sin entrar en detalles, las cosas era bastante diferentes.
Esa misma noche, un poco mas tarde, en privado y con tranquilidad pude hablar con el “damnificado”, y era evidente que estaba tocado. Claro, acostumbrado a ser él quien dominara completamente las situaciones, ésta vez lo habían engañado, y no se había dado cuenta en lo mas mínimo. Es que, tenía tanta confianza en si mismo, que seguramente se le pasó algún detalle, y no lo vio venir por ningún sitio.
Estaba acostumbrado a salir con chicas de todo tipo, según lo que le apeteciera en cada momento. El simplemente las elegía, pero ojo que tenía el paladar muy fino, y al moverse con tanta facilidad para ligar, lo que para él eran “descartes”, para los que estaban alrededor era “caviar”.
Por eso, normalmente estaba acompañado por mujeres muy guapas, y con excelente nivel socio económico, incluso gente del ambiente de la TV y también del ámbito político. Con ellas tenía relaciones mas largas, y se esforzaba un poco en la dura tarea (para él) de ser un chico fiel. Porque en su ADN estaba impreso a fuego el explorador y conquistador incansable que solía ser. Y por eso incluso en relaciones en las que tenía sincero afecto por su pareja, sus instintos le jugaban alguna que otra mala pasada, y tenía que resolver mas de un entuerto, para salvar situaciones en las que en el fondo, él también sufría.
Y me contaba que a partir de aquel encuentro absolutamente imprevisto, rápidamente entendió muchas cosas. Por ejemplo que aquella persona le pusiera pegas a salir los sábados por la noche, porque parece que siempre le tocaban las guardias en una residencia de ancianos o algo parecido, ya ni recuerdo la historia que le habían colado.
Así que por un tiempo, además de estar preocupado por algunos asuntos respecto a lo que había intimado en esa relación, convencido de que era el único (creo que se entiende a que me refiero), tuvo que soportar las bromas que le caían de todos lados. Pero como se dice, “siempre que llovió, paró”, y con el tiempo, lo sucedido aquella noche cayó en el olvido. Años mas tarde todos nos fuimos casando, nos mudamos incluso a muchos miles de kilómetros unos de otros, y entre una cosa y otra han pasado al menos tres décadas, hasta que como mencionaba, éstos días he recordado lo ocurrido aquella noche de 1987, y que acabo de compartir contigo.
Y hasta aquí el Bitácora Mental de hoy, gracias por tu tiempo, muchas gracias por leer o escuchar éste episodio, y te espero en el próximo. Chauuu